sábado, 5 de janeiro de 2013

Agência de Notícias


30/4/09

Agência de Noticias

— Em qui, 16/4/09, Agencia de Noticias Pelota de Trapo escreveu:
De: Agencia de Noticias Pelota de Trapo
Assunto: Agencia de Noticias Pelota de Trapo - Edicion del 16/04/09
Para: “Agencia Pelota de Trapo”
Data: Quinta-feira, 16 de Abril de 2009, 1:11

Esta democracia no tiene padresGuillermo, un grito contra la amnesia
La autopista
 
Esta democracia no tiene padres 
15/04/09
Por Alfredo Grande
“Habiendo otras democracias a disposición de público, los Estados Nacional, Provincial y Municipal no se hacen responsables por el uso de ésta”
(aforismo implicado)
Siete millones de chicos argentinos viven sin cloacas ni agua potable
Contaminaditos y en riesgo 
Las actividades industriales sin control y el uso de plaguicidas también afectan a la población de hasta 18 años, según un informe elaborado por Naciones Unidas y la Defensoría del Pueblo.
Peligro. El 58% de los menores vive en distritos donde no existen condiciones adecuadas de saneamiento; el 42%, en municipios con riesgo industrial, y el 22% está expuesto a los agrotóxicos. En la Argentina siete millones de chicos viven en situación de riesgo ambiental. “La falta de cloacas y agua potable, las actividades industriales sin control y el uso indebido de plaguicidas son las causas de esta situación, que afecta seriamente la salud de la población de entre 0 y 18 años”, explicó el defensor del Pueblo de la Nación, Eduardo Mondino, al presentar las conclusiones de un informe que definió el mapa de la contaminación ambiental en la niñez. Según la investigación –que fue presentada por el ombudsman junto a representantes de las Naciones Unidas–, el 58% de los menores viven en distritos donde no existen condiciones adecuadas de saneamiento, el 42% habita en municipios con riesgo industrial y el 22% está expuesto a los agrotóxicos.
(Diario Crítica de la Argentina 08-04-09)
(APe).- Lo potable se define como aquello apto para consumo humano. El problema como siempre, es cuando tratamos de definir qué es aptitud, qué es consumo y qué es humano. La aptitud designa la potencialidad en el ejercicio de un acto. Apto para casarse encierra la potencialidad del matrimonio. Por supuesto que hay aptitudes menos peligrosas, pero recuerdo en este momento el inolvidable instrumento jurídico denominado 67 bis, con el cual no se recuperaba la aptitud matrimonial. No todo el pasado, pero éste si, fue mejor. Consumo no es solamente de objetos, sino que, plaga neoliberal mediante, el consumo es de consumo, y a eso llamoconsumismo. El éxito es el endeudamiento, porque consumir al contado no tiene gracia. Entre otras cosas, porque se consumiría menos y entonces ¿quién se ocupa de la reactivación?
Pero sin dudas el mayor problema, cuasiinsoluble, es definir qué entendemos por humanidad. Resisto, hasta que la AFIP me deje, a definir la humanidad desde el paradigma de la nueva cultura tributaria: es humano en tanto portador sano del número de cuit/cuil. Lo humano entonces está atravesado por todo lo bueno y por todo lo malo, como el tango Las Cuarenta explica con claridad. Cuando un humano nos produce rechazo, decimos que es impotable. Cuando nos produce atracción, incluida la fatal, lo olemos, bebemos, comemos, setenta veces siete y más también. No sería extraño que algún funcionario planteara que cada uno bebe el agua que se merece. Y avanzando un poco más, después de todo para eso están las elecciones: ¿por qué el humano malo, feo, pobre y sucio va a beber agua cristalina, inodora, incolora e insípida? O sea: agua mineral de botellones rellenados con agua de la canilla. Esa agua no potable, la ausencia de cloacas y por lo tanto la proliferación de pozos no videntes (ciegos) donde lo que flota no es la paridad cambiaria sino los más plebeyos soretes (mojones para el español de latinoamérica): ¿no será una verdad revelada de las penúltimas imágenes del mercado?(1) O sea: el agua no potable, las cloacas en retiro efectivo, los pozos ciegos mandato cumplido además de su cruda materialidad, sostienen, al decir de Noam Chomsky, una ilusión necesaria. “En el sistema democrático, las ilusiones necesarias no se pueden imponer por la fuerza. Más bien, se deben instalar en la mente del público por medios más sutiles”(2). Justamente, que el tema es que las aguas siempre bajaron turbias, pero ahora además hay que beberlas, que del polvo vienes y al polvo volverás, y entre polvo y mierda no hay tanta, tanta diferencia, y la más importante ilusión de todas: la cuestión de potabilizar aguas y sanear letrinas es un problema técnico, no político. Quizá, para pasar de la ilusión a la alucinación necesaria, algún creativo impondrá la pauta publicitaria:“dime qué bebes y te diré quién eres”. Por lo cual el sistema predador consigue que el intoxicado, el envenenado, el consumido en sus propias inmundicias, se sienta dignamente culpable de su destino. ¿Cómo no va a tener dengue, doña rosa(3), si ha dejado dos tachitos con agua podrida, fíjese usté? Los basurales a cielo abierto (cielo negro, por cierto), los desarmaderos cuasi clandestinos, las inmensas piletas con aguas estancadas porque está amagando el invierno, etc, no son hipótesis de conflicto. Es decir: entre elaedes y el lucro, nos quedamos con el lucro, porque en algún momento llegará el frío. Y cuando el mosquito se marche, pero con seguridad volverá y será varios millones, casi siete millones de ex privilegiados para no morir de sed, elegirán, quizá sin saberlo, beber el líquido que deberían dejar correr. Simultáneamente, los encargados de edificios, orgullosos por las conquistas sociales del SUTERH, seguirán imitando a las cataratas del Iguazú, utilizando las veredas como la planicie de aguas corrientes desperdiciadas, aunque con seguridad cuando pasen los chanchos no le tirarán con margaritas. No son contradicciones: son cuestiones incompatibles. Los barrios caros que desperdician el agua y que saturan las cloacas con las nefastas torres. En el mismo país, pero en otra patria, millones eligen todos los días entre el infierno de la sed o la tortura de la intoxicación. Esos siete millones están huérfanos, porque no hubo padres ni madres de la democracia que en más de 25 años de estado de derecho, se ocuparan de este tema. Es cierto: la gobernabilidad tiene cara de hereje, y de eso las listas electorales de los partidos del régimen burgués pueden dar testimonio. Qué lástima que pudiendo haber otras democracias, tengamos que usar ésta.
(1) De que no sean las últimas se está encargando Barak Obama
(2) Chomsky, Noam. Ilusiones Necesarias. Caronte Ensayos
(3) “Doña Rosa”, la criatura que Neustadt inventó, es la versión liberal pero no menos dementizada, de la “Mamá Cora”, el personaje del genial Antonio Gasalla
Guillermo, un grito contra la amnesia 
14/04/09
Por Oscar Taffetani
(APe).- “…Polideportivo o Villa… Seguridad o Caos…” se lee en volantes distribuidos casa por casa por un par de jóvenes de Villa Pobladora, barrio de Piñeiro, Avellaneda.
“Los vecinos de Pobladora -dice el libelo- manifiestan su descontento ante la construcción de un complejo habitacional en lugar del solicitado polideportivo (…) El complejo estaría compuesto por 23 viviendas destinadas a personas carenciadas de villas cercanas a la zona (…) Si se concreta, lamentablemente, crecerá la inseguridad en la zona y en barrios vecinos (…) Unámonos para detener esa violación a nuestros derechos (…) Convocamos a la gran reunión vecinal a realizarse el viernes (…) Está en juego su seguridad y la de su familia…”
Villa Pobladora, Villa Castellino y Villa Porvenir son barrios obreros que tienen más de un siglo de antigüedad. Fueron creados porque en las adyacencias había fábricas y talleres (es decir, trabajo) y porque los terrenos eran muy baratos, ya que solían inundarse por las crecidas del Riachuelo.
Quisiéramos leer esta pequeña historia en un libro. Pero no está. Hoy no hay libros que cuenten la otra historia, la historia solidaria, de Villa Pobladora, de Villa Castellino y Villa Porvenir. Tampoco hay bibliotecas, para esos libros. Sólo hay volantes. Presente absoluto. Amnesia absoluta. Volantes que dicen “Polideportivo o Villa… Seguridad o Caos”.

Recuerdos de un anarquista

Una casa sencilla y digna, en el barrio de Piñeiro, es la morada de Guillermo Pascuarelli y de su compañera Carmen. “Aquí a una cuadra -dice Guillermo- pasando tres casas el comité radical, había un conventillo. Allí nació Antonio Sastre, el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos”

- ¿Usted lo conoció?
- Eran calles de tierra. Sastre tenía un amigo que vivía acá al lado de mi casa. Cuando venía a visitarlo, estábamos los pibes jugando a la pelota, en la calle. Y Sastre se quedaba mirándonos. Entonces, nos llamaba uno por uno y nos hacía alguna corrección, nos enseñaba. De puntín no, porque no podés dirigir la pelota… Y el cabezazo, con la frente, no con la bocha. ¡Si me habré entusiasmado! Mire, yo practiqué casi todos los deportes en el club Independiente, hasta los 80 años. Pero al fútbol jugué en Sportivo Sarmiento, de Lanús. Allí estaban mis amigos.

- ¿Y a la política, dónde jugaba?
- Mi padre era un obrero inmigrante anarquista, que llegó al país en el 19, y ya había tenido que luchar contra Mussolini. Yo a los 13 o 14 años ya frecuentaba las bibliotecas y las escuelas chicas. Aquí, en Avellaneda, había muchas. Leía a William Godwin, a Enrique Malatesta, a Rafael Barrett. Cuando me quise acordar, ya estaba de peón en una fábrica textil en donde también trabajaba mi madre. Un día me quejé porque a un provincianito lo estaban reventando. El capataz me dijo ¿qué, sos delegado vos? No, le dije ¡soy un ser humano! Ahí me echaron la primera vez. Ahí supe que era anarquista.
- ¿Lo echaron muchas veces?
- Sí, las conté: de 58 fábricas me echaron. Textiles, metalúrgicas, de alimentos, carpinterías… en cuanto uno comenzaba a hablarle a los compañeros para organizarlos, para luchar por el salario o por mejores condiciones, ahí nos caía la patronal, con todo, a veces ayudada por la burocracia sindical comunista, o la burocracia peronista. Ellos querían sindicatos mansos, serviles, obedientes.

- ¿Cómo eran los sindicatos anarquistas?
- No nos daban nada. Todo lo teníamos que conseguir con el aporte de los compañeros. La primera sede de un sindicato que conocí, en la calle Vieytes de Barracas, era poco más grande que una pieza. A veces, ni había lugar para sentarse. Cuando nos juntábamos en la calle, aquí en Galicia y Rivadavia, el dueño de la farmacia Rawson, que era socialista, nos prestaba la luz, porque ni luz había en la calle.
Pascuarelli sigue contando historias de lucha y de esperanza. De la vez que escondieron una biblioteca completa -la del Ateneo Ciudad de Avellaneda- para que no cayera en manos de los gendarmes. De las conferencias nocturnas de Humberto Correale. De las cooperativas. De la “ayuda mutua”, ya convertida en programa, en manual práctico de solidaridad.

Avellaneda, el Bronx, Barcelona…

El neoyoquino Marshall Berman demostró con un bello libro, que no pierde vigencia (Todo lo sólido se desvanece en el aire, 1982) que es posible registrar e interpretar las mutaciones de una sociedad y una cultura sin moverse del barrio, es decir, sólo atendiendo a los signos y manifestaciones de los cambios en una parcela pequeña, casi inadvertida, de la superficie del globo.
Lo mismo podría hacer, si quisiera, Guillermo Pascuarelli. Con otras fuentes, tal vez. Con otras prohibidas lecturas. Con otras sagradas escrituras. Y con el mismo espíritu.
“¿Vio que están cerrando cooperativas?” dice. “Las fábricas recuperadas les molestan. Es porque allí los obreros demuestran que se pueden hacer las cosas de otro modo, de una manera más justa”.
“Como en la Comuna de Barcelona”, le respondemos, sabiendo que nuestra respuesta puede significar dos horas más de conversación.
“¡La Comuna de Barcelona, claro! Aquellos compañeros dieron la prueba de que se puede vivir perfectamente sin gobierno (…) Ellos trabajaban cuatro horas por turno, tenían el mejor salario y hasta podían abastecer al ejército republicano, en el frente…”
“Por eso no quieren que nadie lo sepa. Ellos, los que están en el poder, no quieren que nadie sepa que se puede vivir fraternalmente, vivir con justicia. No quieren que los trabajadores se den cuenta de que hay otra manera de hacer las cosas…”

Rádio Agência

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